viernes, 8 de mayo de 2009

8 de mayo de 2009

Varios acontecimientos importantes han sucedido desde la última entrada, aquella fue escrita a mí llegada del Sahara, por tercera vez, ahora, con un pequeño espacio de tiempo he tenido la oportunidad para reflexionar y poder contar como sigue la situación, la del pueblo Saharaui.

Mi última visita a los campamentos la realicé entre el 5 y el 11 de abril. Fue diferente, emocionante, reveladora. De nuevo fui con la productora Ríos TV, con Santi y dos nuevos compañeros, Jacky y Willy. Nos alojaron en la Escuela 27 de Febrero, que es un pequeño campamento cerca de Rabuni donde vive el Presidente, algunos parlamentarios, ministros y alrededor de 5000 personas. Este campamento en principio fue creado para acoger a la Escuela de Mujeres, con el tiempo fue creciendo y se trasladaron sus familias, hoy, excepto por la población, no difiere en mucho del resto de los campamentos. Bueno, esto no es cierto, ya que por su proximidad a Rabuni tiene acceso a la electricidad, algo que nosotros encontramos tan común para ellos es como un tesoro, una fuente de vida. Encuentras tiendas con casi todo, electrodomésticos pequeños, baratijas, ropas, artesanía, refrescos fríos, chocolate... y hasta hay un asador de pollos. El resto tiene la esencia del campamento, calles sin asfaltar, jaimas, casas de adobe y escasez de agua. Me llamó la atención mucho el no ver camellos por todas partes, días después nuestro amigo Salah me lo aclaró, estaban en zonas de pastos por las recientes lluvias que habían caído.
Otro detalle importante sucedió durante el viaje, a diferencia de las otras ocasiones que siempre viajé de noche hasta Tindouf, esta vez lo hicimos de día, la vista del desierto desde el aire es un espectáculo impresionante, de lo más increíble que he visto, los colores, los matices, las texturas, todo era nuevo.

El viaje transcurrió con normalidad, entrevistamos en esta ocasión al Presidente de la RASD, al Ministro de información, al Primer Ministro, a varios parlamentarios Saharauis en la Unión Africana ( integrada por 53 países de África y que acoge a una población cercana a los mil millones de habitantes ). También pudimos visitar lugares tan singulares como el Museo de la Guerra, donde se expone material militar incautado a los marroquíes durante la guerra. Rodamos los exteriores de la cárcel donde se encontraban los prisioneros marroquíes durante su cautiverio hasta 2005. Excombatientes, civiles, militares... testimonios todos conmovedores que dan una dimensión de lo que ha supuesto y supone este conflicto actualmente para la población Saharaui.

El viernes antes de volver nos desplazamos hasta el "Muro de la Vergüenza", 2700 km desde el sur de Marruecos al norte de Mauritania que divide a la RASD por la mitad, como una herida que jamás se cierra. Esta ha sido una de las experiencias más emocionantes y arriesgadas de mi vida:

- Partimos a las seis de la mañana rumbo al Muro, en el primer punto de reunión había ya cientos de personas esperando la travesía, el motivo de la concentración era una marcha pacífica que se iba a realizar en el Muro, organizada por la Columna de los Mil y la Asociación de Mujeres Saharauis, reunieron a más de 2500 personas de diferentes nacionalidades, españoles, franceses, italianos, portugueses y canarios. Fuimos de los primeros en llegar ya que a nuestro chófer le encanta pisarle ( muy común en los Saharauis).


La vista del Muro para mí fue algo impresionante, además ya nos encontrábamos en territorio de la RASD, estaba pisando el Sahara Occidental, ante nosotros y perdiéndose a la vista de norte a sur, de izquierda a derecha, se levantaba el muro con alrededor de 10 metros de altura y calculo que un ancho de unos treinta o cuarenta metros, llenos de alambradas en su parte más cercana a nosotros y con diferentes fosos que se distinguían desde la distancia, el Muro no es una construcción de piedra o cemento, está hecho con palas mecánicas que amontonaron la tierra dándole una considerable altura, es en realidad un muro de tierra infranqueable. En un principio nos situamos a una distancia de unos 500 metros hasta que vimos unos vehículos que se encontraban más cerca, decidimos ir a esa posición, allí había varias televiones y cámaras rodando, nos bajamos y se encontraba un hombre caminando de un lado a otro mirando el suelo, "estaba buscando minas". Prudentemente nos fuimos acercando, o más bien me fui acercando poco a poco, siguiendo las rodaduras hechas por los coches, pensé que si habían minas y un coche había pasado sin problemas ese sería el camino para llegar lo más cerca posible. Iba con la cámara al hombro, rodando el Muro y el puesto militar marroquí que ya tenía solo a unos ciento cincuenta metros, de repente el señor que no dejaba de mirar al suelo se para y dice: "Una mina, aquí, no se acerquen", recogió varias piedras del entorno y las situó alrededor de la mina, yo seguí por la rodadura acercándome al Muro, llegué a estar a unos 100 metros, por prudencia no quise acercarme más, algunos cámaras llegaron a estar a unos 20 metros por delante de mí, en un campo minado, lleno de minas antipersona ( se calcula que a lo largo del Muro Marruecos ha colocado unos 5 millones de minas antipersona y anticarro, y el Gobierno de España sigue vendiendo armamento al país vecino, España ocupa el 8º lugar del mundo en venta de armamento ). De nuevo el "buscaminas" encuentra otra, esta vez muy cerca de donde yo estaba, a sólo dos metros. Rodé, fotografié y rápidamente me volví al coche.


Ya habían llegado los participantes de la marcha, estaban formando una columna horizontal que se extendía en varios kilómetros, se escuchaban gritos y cánticos, consignas por la libertad. Ondeaban banderas, de la RASD, de Francia, Italia, de Canarias con las siete estrellas verdes, era un espectáculo de fuerza y color. La marcha comenzó su andadura, se encontraban a un kilometro del Muro y su intención era acercarse a aproximadamente 500 metros. El puesto militar marroquí era visible, allí se veían los soldados apostados en las trincheras, como muñecos de plástico que no se movían, observaban y grababan con cámaras a los manifestantes.

En este punto tengo que decir que en el lugar no se encontraba ningún contingente militar Saharaui, no había soldados Saharauis en ninguna parte, representantes del Frente Polisario y de las ong´s que organizaban la marcha eran los responsables de esta marcha pacífica, tampoco en ningún momento se pudo ver a miembros de la MINURSO ( Misión de las naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental ) que en otras ocasiones se habían encontrado vigilando este tipo de protestas pacíficas.

La columna comenzó la marcha, miles de personas pidiendo la libertad del Sahara y el derribo del Muro que separa a un pueblo, que divide una nación. La columna avanzó hasta los 500 metros previstos, en este punto comienza a producirse algo difícil de explicar, no se podían parar, cientos de jóvenes Saharauis que estaban en la marcha no querían parar, estaban viendo su país, estaban delante de sus tierras y no podían pasar ¿ porqué no podían? , ¿cuándo iba a terminar este calvario de separación y sufrimiento?. Rompieron el primer cordón de seguridad. La marcha siguió avanzando con todos los participantes, se situaron a unos 200 metros del Muro, la organización los pudo parar de nuevo. Lo cánticos y las consignas seguían, cada vez con más fuerza, con más emoción. Una centena de jóvenes, supongo que movidos por la impotencia, se saltaron el cordón, entraron en el campo minado, ondeaban banderas de la RASD, gritaban, cogían piedras del suelo y las lanzaban contra los marroquíes, que impasibles ni se inmutaban, varios de los jóvenes milagrosamente llegaron hasta la alambrada, comenzaron a destruirla, a llevarse trozos de la misma como trofeos, las piedras seguían cayendo, las lanzaban con los turbantes a modo de ondas, la organización intentaba retenerlos, cuando agarraban a uno salía otro por otra esquina con una bandera, intentaban llegar al Muro, querían traspasarlo. Mientras grababa estas imágenes desde la retaguardia, yo sabía perfectamente que ese lugar estaba minado, lo había visto con mis propios ojos y no quería arriesgarme, comenzó a llenarme una emoción indescriptible, estaba en medio de la entifada Saharaui, esos jóvenes estaban llenos de rabia, emociones, ansias de libertad, todos ellos habían nacido en los campamentos, no entendían porqué su país sigue ocupado y nadie hace nada para evitarlo, ¿ Porqué?. Los entendía, me parecía un acto imprudente, temerario, pero los comprendía, compartía con ellos ese sentimiento de frustración.


Y cuando más efervescente estaba la protesta y a pesar de que los organizadores llevaban más de media hora intentando retirar a los jóvenes sucedió lo inevitable, se oyó una explosión seca y corta, una pequeña nube de humo se levantó entre los jóvenes que se esparcieron despavoridos, había estallado una mina, ahora quedaba ver cuáles habían sido las consecuencias. Dos ambulancias estaban cerca de nosotros , en unos minutos la rodearon decenas de personas y varios jóvenes traían en brazos a otro que tenía el pie destrozado, había sido la víctima no sólo de la mina que lo dejó invalido para el resto de su vida, sino también víctima de un conflicto que se prolonga por más de 33 años, víctima de la intolerancia e ignorancia de la comunidad internacional, víctima de una guerra silenciosa y víctima de sus justificadas ansias de libertad.