
Cuando entras por primera vez en una jaima, ya será tú hogar para siempre, los tendrás ahí para toda la vida. Nada más llegar ya están sirviéndote algo de comida, agua o cualquier cosa que puedan compartir. Te mantienes curioso, intentando descifrar el galimatías del árabe, algo imposible. Los Saharauis hablan una derivación del árabe, el hassanía, con el que comparten un 80% de las palabras, es curioso, a mí me daba la sensación de que estaban discutiendo todo el tiempo hasta que de repente soltaban una carcajada. Por suerte para nosotros la mayoría de los niños y jóvenes hablan español, por lo que se convirtieron en nuestros inseparables compañeros. Lo del español de los Saharauis es interesante, te encuentras un Saharaui hablando con un acento andaluz cerrado y con una gracia especial, al rato hablas con otro que tiene acento catalán y otro más con acento canario, muchos de ellos pasan los veranos en distintos lugares de España y adquieren el acento de cada rincón.
El primer día que llegamos al Sahara veníamos agotados , ellos lo sabían y tuvieron la delicadeza de retirarse pronto, después de la bienvenida, para dejarnos descansar. Todos mis compañeros cayeron rendidos. Yo no pude, era demasiada la emoción que estaba viviendo en esos momentos que no pude resistir y salí de la habitación, al instante tres o cuatro niños ya estaban a mí alrededor cogiéndome de las manos, me llevaron a una jaima donde estaba toda la familia reunida. Allí fue donde conocí al abuelo Mohamed, me invitaron a pasar y allí me senté en el suelo junto a ellos , las preguntas comenzaron a llegar, ¿cómo te llamas?, ¿cuántos años tienes?, ¿estás casado?, ¿cuántos hijos tienes?, ¿porqué sólo tienes uno?,..... Yo respondía divertido a ese interrogatorio cariñoso que me hacía la familia Mohamed.
Para que se puedan situar un poco, como ya saben estamos en el campamento(wilaya) de Dajla , en el barrio (daira) Bin Nzarán, la familia que nos ha acogido es la familia Mohamed, compuesta por el padre, Mohamed, y sus seis hijas, que me perdonen por no acordarme de los nombres de todas, nosotros nos alojamos en la casa de Mariam. Es costumbre entre los Saharauis que las hijas vivan alrededor de su padre, cuando se casan montan sus jaimas y casas de adobe alrededor de sus padres, los hijos que se casen harán lo mismo alrededor del padre de su esposa. Pero ellos no tienen ese problema ya que son todo mujeres.
A partir de ahora ya sabemos donde estamos y como se llama nuestra anfitriona, Mariam Mohamed Salem.