Al final salí ganando.
Fui al Sahara a trabajar y volví lleno de ilusión. No paraba de contarle a todo el mundo cómo había sido la experiencia, lo que estaba y está pasando con el pueblo saharaui. Como a pesar de todo están llenos de vida, de ilusión y esperanza. Sólo quieren volver a su tierra.
Cuando terminaba mi experiencia en Dajla, me quedo con un recuerdo muy especial. Conmovedor. Ya la noche se había cerrado sobre nosotros y el millón de estrellas había vuelto a asomarse en la inmensidad del desierto. Mientras todos charlaban en el interior de la jaima salí al exterior para respirar por última vez el agradable frescor que inundaba la noche, allí, me senté sobre la arena, aún tibia, miraba al cielo y pedía volver pronto a sentir una experiencia como ésta. Soukaina se acercó y me preguntó "¿Qué piensa David?", por un momento permanecí en silencio y al rato le dije, " no entiendo porque siguen aquí, el lugar es maravilloso, pero solo para nosotros que estamos una semana, no me imagino vivir siempre aquí, no hay nada" y Soukaina, con sus 19 años y la experiencia de toda su corta vida en el desierto me contesta " si estamos aquí es porque Alá así lo quiere, cuando deje de quererlo volveremos a nuestras casas". En ese momento me miró y sonrió, sin mediar palabra se puso a rezar sobre la arena sus oraciones diarias. Aquella imagen, un cielo con mil estrellas, una jaima en medio del desierto con murmullos de voces y una joven saharaui orando a su Dios se quedó conmigo para siempre. Me hizo ver lo diferentes que podemos ser y lo cerca que podemos sentirnos.
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