martes, 21 de octubre de 2008

21 de octubre de 2008


Qué difícil es vivir en el desierto. Hace unos días leía una noticia en el periódico que contaba que unas inundaciones habían arrasado algunos de los campamentos de refugiados en Tindouf. Es increíble sólo pensarlo. Ya los Saharauis no persiguen las nubes, las nubes van a ellos y los arrasan. Como ha cambiado el desierto.
Durante siglos han perseguido las nubes a lo largo de todo su territorio, sin mayores problemas. Ahora cada año les visitan las nubes y sin complacencia les dicen: "Aquí estamos, no vengan a buscarnos". Pero las nubes ya no son buenas, antes les daban pastos para sus animales, les daban agua para beber, ahora les dejan problemas y miseria. Cada año se repite la misma historia, pero ya no es la historia de siempre, es otra, la del exilio. Esta es muy distinta a la que cuentan los abuelos, en ellas no hay nómadas, no hay largos viajes, no hay alegría. El desierto ha cambiado mucho. Echa de menos a los Saharauis.
Pero el Sahara no es conformista. No quiere ser pisoteado, no quiere llenarse de minas, no quiere que sus habitantes sean infelices. Quiere que todo vuelva a ser como antes, como hace 33 años, bueno, no, mejor como hace 127 años, cuando los españoles aún no habían puesto un pie encima.
Pero la justicia no es justa, o no ha querido serlo. Se siguen oyendo voces que no respetan la legalidad internacional, esas voces se perderán en el desierto. Sólo hay un grito que retumba en las arenas, que retumba dentro de cada uno de nosotros, es el clamor de la libertad. Creo que no es tan difícil, sólo hay que cumplir unas resoluciones, sólo hay que leer unos dictámenes.
Cada día, después de rezar hacia el este, los Saharauis miran hacia el oeste, hacia su tierra y vuelven a decir unas palabras, son susurros pero seguro que el desierto los recibe como gritos de libertad.

2 comentarios:

-F osca dijo...

Uf, es otro mundo!!
Enhorabuena por este lugar, voy a seguri leyendo un poc :)

Tomatito dijo...

Como no paso por tu blog de manera muy asidua, cada vez que entro encuentro textos nuevos. Leo y siento que estoy hablando contigo, que me cuentas lo que haces y cómo te va.

Y también siento un poco que estoy allí, con Marian, Mulain, Jela, Laela, Mamía, el abuelo. El último párrafo es muy bueno.

Un abrazo